Una escena común en las oficinas es la cara de “estoy sufriendo porque trabajo muchísimo”. Puede parecer convincente, pero contrario a lo que se podría pensar, esto no es una medición real de eficiencia. “Es una ilusión que mientras más trabajemos y con mayor rapidez, nuestros resultados serán mejores”, explica Diane Fassel, fundadora de Newmeasures, empresa que ayuda a otras compañías a mejorar su efectividad para lograr algo aún mejor: mayor compromiso.
“Comúnmente se piensa que más es mejor. Y esto puede llevar a una disfunción: empleados desinteresados y agotados que sólo cumplen con lo que deben, aunque en realidad la efectividad es más productiva que la cantidad”, agrega la especialista. Una adicción al trabajo impulsa un círculo vicioso contagioso, en el cual los jefes pautan un comportamiento de bravuconería que debilita la productividad y el compromiso. Para salir de este ciclo contraproducente, los líderes deben recolectar información de cómo trabajan las personas y cómo se sienten con respecto a éste.
Y es que los empleados comprometidos tienen más energía, dedicación y entrega con las tareas a realizar y con la compañía, a diferencia de aquellos que trabajan por rutina. Además, se ha comprobado que el empuje que aportan incrementa el rendimiento y las ganancias.
El compromiso es el factor del éxito que los emprendedores deben aprovechar. La clave es hacer que las personas se sientan valoradas y dignas de confianza.“Valorar quiere decir que la cultura de trabajo apoya el crecimiento y desarrollo del empleado, le quita obstáculos para que logre hacer su labor y le permite utilizar todas sus capacidades en pro de la organización”, asegura Fassel de Newmeasures. “Si no se siente valorado se consume en un instante, mientras que si se siente valorado trabaja mejor y se acopla bien”.
Reconocer el valor requiere esfuerzo por parte de los líderes para descubrir lo que las personas realmente están pensando, es decir, tomarse el tiempo de hablar y mostrar interés por comunicarse más allá de hacerlo con clics de la computadora. Esto implica ofrecer retroalimentación positiva, ver a los colaboradores a los ojos y afirmar que están desempeñando un buen trabajo.
El reconocimiento de una buena idea o el nivel de dedicación a un proyecto incentiva el compromiso, especialmente si se enfoca en la competitividad de la persona y no sólo en resultados. Esto es una necesidad psicológica que impulsa la motivación intrínseca e interés continuo en lo que se trabaja. Un toque personal puede marcar una gran diferencia al momento de formar un equipo comprometido.
“Una nota de agradecimiento escrita a mano por parte de los jefes no es cuestión de decir ‘hiciste un buen trabajo’ sino ‘cuando te vi resolver este problema me di cuenta de que eres un buen elemento para este equipo y no sabes cuánto lo aprecio”, señala Fassel. “La gente guarda estas notas durante años. Si esto es lo que se necesita y no lo hacemos, estamos perdiendo una gran oportunidad”.