La irrupción de nuevas formas de realidad que competían con el concepto mismo de existencia y vivencia en que nos hemos movido hasta ahora ha traído consigo, además, un interesante debate sobre la prevalencia de sus dos principales plasmaciones en el mercado: la realidad virtual y la realidad aumentada.
Mientras muchos usuarios finales siguen confundiendo ambos términos, los expertos se afanan en identificar las diferencias entre ambas tecnologías (realidad virtual como aquella que ofrece una experiencia inmersiva completa frente a la realidad aumentada, donde el mundo de toda la vida sigue siendo la base para incorporar algunas características o contenidos de forma digital). Y, también, se siguen produciendo acaloradas discusiones sobre los casos de uso más recomendables para cada una de estas tendencias, su potencial comercial y el tamaño como industria que pueden llegar a suponer.
O, dicho de otro modo, toca hacerse la pregunta del millón: ¿quién ganaría en una hipotética batalla entre la realidad virtual y la aumentada? Si bien ambas tendencias son perfectamente complementarias en distintas situaciones, el morbo de esta cuestión no ha escapado al ansia de los analistas. Como IDC, firma que ha proporcionado sus estimaciones para ambos mercados de cara a los próximos cursos. Y, como si de un aburrido partido de fútbol se tratara, el resultado es un empate.
Principalmente, lo que tendremos que diferenciar es el volumen de negocio del número de gafas vendidas de cada tipología. Por ejemplo, si nos atenemos a la cantidad de dispositivos comercializados, la victoria de la realidad virtual es más que aplastante: en 2016 se produjeron 10 millones de estos gadgets, frente a las apenas 100.000 gafas de realidad aumentada que vieron la luz. Cifras aún en pañales ante el enorme potencial de ambas industrias, pero manteniendo la misma y abultada diferencia entre ambas: para 2021, se entregarán 27,3 millones de gafas de RA, muy por debajo de los 72 millones de dispositivos de realidad aumentada que se estima serán vendidos ese mismo curso.
Todo lo contrario sucede cuando no hablamos de objetos sino de dinero. Actualmente, la realidad virtual también está al frente del marcador (2.100 millones de dólares facturados en 2016 ante los apenas 200 millones movidos por la realidad aumentada) pero esta situación va a dar un vuelco absoluto, más que radical en los años venideros. Sin ir más lejos, en 2021, la RA moverá nada menos que 48.700 millones de dólares mientras que la RV se estancará en los 18.600 millones. Más del doble de mercado, pues, para la realidad aumentada gracias al mayor coste de esta clase de dispositivos (asociados principalmente a entornos profesionales y críticos) respecto a las gafas de realidad virtual (copadas por dispositivos de entretenimiento doméstico cuyo coste se irá democratizando poco a poco).