En algún momento hablamos de hábitos matutinos, hoy toca, hábitos nocturnos para mejorar tu productividad.
Para rendir al máximo es necesario que tengas buenos hábitos nocturnos que te permitan descansar lo necesario y levantarte en perfectas condiciones.
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Es increíblemente importante que no estés conectado todo el tiempo, por más emprendedor que seas tienes que prever un tiempo personal de desconexión, es un hecho que usar el celular antes de dormir fomenta el insomnio.
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Caminar o dar un paseo corto te ayudará a quemar un poco de energía, si tienes una mascota ¡llévala contigo!.
No hay mejor hábito nocturno que el de la lectura. La lectura requiere un nivel de concentración excelso y por supuesto sitúa tu mente en otro tiempo y en otro espacio.
Personalmente recomiendo una o dos horas de lectura, pero 15 minutos pueden ser suficientes para relajar la mente. Recuerda desconectar Facebook, Twitter, YouTube y todo lo que tengas antes de comenzar tu lectura, no queremos interrupciones. Expertos alegan que leer disminuye los niveles de estrés, pudiendo reducirlo hasta un 68%.
Antes de dormir deberás de tener todo listo para el día siguiente, es importante que no te vayas a dormir con pendientes en la cabeza, una lista de tareas te proporciona tiempo extra al evitar la planeación y por supuesto el recorda que era lo que tenías que hacer.
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Un curso en línea o un webinar nunca caen mal, puedes avanzar a ese curso de inglés que nunca terminaste, o ese curso de programación que deseabas realizar.
Este blog se alimenta de este hábito nocturno. Escribir en la noche, después de trabajar te ayuda a relajarte, a tomar las cosas un poco más tranquilas, te ayudará a plasmar las ideas y no tendrás que cargarlas al dormir.
Sabanas limpias, una cama arreglada y lejos el teléfono. Es importante dejarlo lejos de tu almohada para evitar las señales de baja frecuencia que se generan.
La OMS, por su parte, señaló que existen efectos a corto plazo como consecuencia entre la interacción de la energía radioeléctrica y el cuerpo. Uno de ellos es el calentamiento de los tejidos, lo que afecta la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco e incluso genera ansiedad y estrés.