El liderazgo se trata de mucho más que de simplemente decirles a las personas qué hacer. El liderazgo se trata de la inversión que hacemos en otros y de las responsabilidades que aceptamos por ser la voz y dirección en que los demás confían. Todo gran líder sabe que su papel trae consigo responsabilidad hacia aquellos que lo siguen y que deben asegurarse de entregar valor a cambio de su lealtad.
Algunos emprendedores –por hábito o por naturaleza– son pésimos líderes. Tal vez carezcas del entendimiento de las responsabilidades sociales que vienen incluidas cuando lideras a los demás; o quizás has caído en una rutina y tus habilidades de liderazgo son las que la han sufrido.
Reconocer la falta de liderazgo es una habilidad esencial para ayudarte a alcanzar la grandeza. A continuación te presentamos cuatro señales de que eres un mal líder, exhibiendo características y actitudes que no deberías tener:
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Los malos líderes motivan a aquellos que los siguen con falsas promesas de ascensos, éxito y grandes porvenires. Pero raramente las cumplen. Los líderes que hacen esto pueden ser muy manipuladores y comúnmente mantienen como rehenes a las metas y aspiraciones de sus seguidores para forzarlos a trabajar mejor.
Como líder de un negocio debes tener cuidado con los efectos que esto puede tener en tu equipo. Si te comprometes a algo pero no lo cumples puedes enviar un mensaje muy negativo a tus empleados que se están esforzando por lograr mejores resultados.
Los malos líderes tienden a carecer de la comprensión de que sus seguidores están contando con ellos para manejar los temas que no pueden arreglar por sí solos. Los líderes pueden olvidar dar seguimiento a esos temas si no son de suficiente importancia para ellos. Los meses pueden pasar sin cambios.
Dar seguimiento es una parte esencial del liderazgo, ya que te permiten mantenerte confiable. Cuando haces una promesa no sólo comprometes tu palabra, sino también tu integridad. Así que da seguimiento con un “Sí, está arreglado” o “No, pero me comprometo a que se arregle”.
Los malos líderes generalmente tratan de evitar la confrontación, especialmente cuando involucran desempeño. Típicamente, esto está ligado o a una falta de conocimiento del asunto en la mesa o a una urgencia de estar intencionalmente cegado a la verdad, decidiendo por actuar como si la situación no existiera en lugar de hacerle frente.
Aunque los líderes de negocios quieren generar resultados, pueden provocar pérdidas cuando no saben enfocarlos en las personas que trabajan para ellos. Generalmente se la pasan merodeando y evitando las conversaciones difíciles, tratando de empoderar a otros para que las hagan en su lugar.
Como contrario a evitar la confrontación, enfócate en delinear exactamente qué se espera de cada alianza y transacción en la que te involucras. De esa manera, cuando haya una discrepancia podrás reconocerla y arreglarla.
A nadie le gusta aceptar la responsabilidad cuando las cosas fracasan, especialmente los malos líderes. Ellos siempre se justifican y ponen la responsabilidad en otros y no en ellos mismos. Los malos líderes no se auto evalúan para mejorar.
Debido a que la confrontación los asusta, los malos líderes también son renuentes a culpar a otros realmente. Como resultado, terminan cambiando la responsabilidad de uno a otro empleado debido al temor.
Una forma sencilla de hacerte responsable es eliminar la palabra “perdón” de tu vocabulario. Cuando reconoces tu equivocación, hazlo de una forma que sugiera que te das cuenta de que rompiste con tu palabra y que te comprometes a cambiar y seguir adelante.
Cuando reconoces que tu palabra es tu activo más importante, “perdón” se convierte en una salida fácil. Los grandes líderes aceptan la responsabilidad por lo que dicen y hacen.